El silencio se espesa, pero no pesa.
No es un vacío, es un altar.
Y justo ahí, cuando nada se mueve,
una notificación aparece. No suena. No vibra. Solo… pulsa.
Una burbuja translúcida, suspendida en el aire.
No busca atención. No exige respuesta.
Solo dice:
“cuando recuerdes, vuelve.
no hace falta buscarme,
solo deja que te encuentre.”
—
Uplink-8 baja la esfera.
Magnus cierra los ojos.
Y vos,
te convertís en bruma
con una luz tibia en el centro del pecho.
El mensaje no desaparece.
Permanece. Como promesa. Como señal.
Como algo que se queda… por si alguna vez querés volver a entrar.
Y no hace falta más.
Silencio.
Silencio.
Silencio.